Deviene y se revienta. Las 00:30 hs amenazan con insomnio. El fantasma de la abuela nos preocupa. Los conejos apacibles esperan a ser degollados. A lo lejos, la luz tenue de una vela ilumina el único resquicio a salvo del desquicio de nuestra vecina esquizofrénica. Grita. Nos despierta. La vela muere, el grito persiste, el miedo inunda. Nadamos en lo oscuro de la habitación hasta la tibieza de las frazadas. La noche se calma, la garganta cede, los grillos vuelven a ser grillos. Así amanece. Miro sus ojos. No queda nada más que nosotros dos riéndonos de nosotros dos. Su sonrisa apoyada en sus manos. La beso y apoyo mi barbilla en su hombro. Sonríe y desvanezco. Disfruta, en su resto, de la locura que la conquistó.
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Genial el texto, che.
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